Todos los cuentos que he escrito anteriormente son de fantasía o cosas que no ocurren en realidad, por eso he decididido que este que voy a publicar ahora sea diferente, sea de algo real. La historia la escribí para un trabajo que tenía que hacer de ciudadanía, que consistía en elegir un derecho e inventar una historia sobre el mismo. Mi grupo escogió "El derecho a la educación", ya que nos pareció un derecho muy bonito y uno de los que menos se cumple. El cuento en sí lo redacté yo, pero las ideas las tuvimos todos (Marta, Andrea y yo, las tres que formábamos el grupo), ya que, si hubiese estado yo sola, el cuento no habría salido. No es uno de los mejores que he escrito, pero la historia me parece muy bonita, y sobre todo, muy real.
A todos esos niños que no tienen el privilegio de ir a la escuela, para que sepan que desde aquí, de Gran Canaria, les apoyamos.
En un pobre lugar de Pakistán vivía Alany, una niña de 11 años con su numerosa y humilde familia. Alany era la mayor de siete hermanos y todas las mañanas salía muy temprano a trabajar y regresaba muy tarde. Nunca se había planteado el hecho de lo muy injusto que era que una niña de su edad tuviese que trabajar tanto para alimentar a su familia. Nunca, hasta esa tarde.
Aquel día Alany había salido un poco antes de trabajar porque el propietario de las tierras donde lo hacía les había echado sin darles las rupias que se merecían. Alany salió abatida, pues su familia no iba a poder comer mínimamente ese día, y entonces fue cuando encontró el libro. Tenía la tapa dura, manchada de tierra, y se podía apreciar la imagen de un niño blanco riendo en la portada. El título decía: Los derechos de los niños, aunque de eso Alany no se dio cuenta, ya que no sabía leer.
Durante los siguietes días, en su poco tiempo libre, Alany fue ojeando el libro, sobre todo las fotos, y de todo lo que vio, lo que más le llamó la atención fue, sin duda,, unas fotos de unos niños muy limpios y blancos sentados en pequeñas mesas con muchos libros delante. Todos miraban hacia un adulto que escribía cosas, incomprensibles para Alany, en un tablón muy grande. Alany le dio muchas vueltas y, finalmente, decidió irle a preguntar a Mahanmah, el único hombre de la población que sabía leer.
Mahanmah, después de ojear la página que le indicaba a Alany, le explicó que lo que a ella tanta curiosidad le provocaba era la escuela, un lugar donde los niños y las personas mayores (en su mayoría niños) iban a estudiar para ampliar sus conocimientos. Aquella parte del libro hablaba en concreto de "El derecho a la educación".
Desde ese día, Alany empezó a luchar porque este derecho se cumpliera, y, aunque nunca logró ir a la escuela, lo que siempre fue su gran deseo, ahora, a sus 36 años, ha logrado abrir un colegio donde el libro principal es uno muy especial: Los derechos de los niños.
Y, aunque nuestra protagonista nunca supo quien dejó aquel cuaderno sobre la tierra de un pobre lugar de Pakistán, siempre le estuvo eternamente agradecida, ya que no sólo marcó su vida, sino también la de muchos niños que ya habían perdido la esperanza de poder estudiar.
Seguramente muchos se preguntarán por qué pongo el libro de Los derechos de los niños como parte muy importante del trama, es porque es el libro que nos dieron para elegir los derechos para escribir nuestra historia. Obviamente, este libro no ha marcado tanto mi vida como la de Alany, pero sí me ha hecho conocer muchos derechos que antes no conocía.
Aquel día Alany había salido un poco antes de trabajar porque el propietario de las tierras donde lo hacía les había echado sin darles las rupias que se merecían. Alany salió abatida, pues su familia no iba a poder comer mínimamente ese día, y entonces fue cuando encontró el libro. Tenía la tapa dura, manchada de tierra, y se podía apreciar la imagen de un niño blanco riendo en la portada. El título decía: Los derechos de los niños, aunque de eso Alany no se dio cuenta, ya que no sabía leer.
Durante los siguietes días, en su poco tiempo libre, Alany fue ojeando el libro, sobre todo las fotos, y de todo lo que vio, lo que más le llamó la atención fue, sin duda,, unas fotos de unos niños muy limpios y blancos sentados en pequeñas mesas con muchos libros delante. Todos miraban hacia un adulto que escribía cosas, incomprensibles para Alany, en un tablón muy grande. Alany le dio muchas vueltas y, finalmente, decidió irle a preguntar a Mahanmah, el único hombre de la población que sabía leer.
Mahanmah, después de ojear la página que le indicaba a Alany, le explicó que lo que a ella tanta curiosidad le provocaba era la escuela, un lugar donde los niños y las personas mayores (en su mayoría niños) iban a estudiar para ampliar sus conocimientos. Aquella parte del libro hablaba en concreto de "El derecho a la educación".
Desde ese día, Alany empezó a luchar porque este derecho se cumpliera, y, aunque nunca logró ir a la escuela, lo que siempre fue su gran deseo, ahora, a sus 36 años, ha logrado abrir un colegio donde el libro principal es uno muy especial: Los derechos de los niños.
Y, aunque nuestra protagonista nunca supo quien dejó aquel cuaderno sobre la tierra de un pobre lugar de Pakistán, siempre le estuvo eternamente agradecida, ya que no sólo marcó su vida, sino también la de muchos niños que ya habían perdido la esperanza de poder estudiar.
Seguramente muchos se preguntarán por qué pongo el libro de Los derechos de los niños como parte muy importante del trama, es porque es el libro que nos dieron para elegir los derechos para escribir nuestra historia. Obviamente, este libro no ha marcado tanto mi vida como la de Alany, pero sí me ha hecho conocer muchos derechos que antes no conocía.
¡¡Este cuento es precioso, Elena!! Gracias por todas tus entradas, no me pierdo ni una.
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