viernes, 27 de junio de 2014

Dos velas para el diablo, de Laura Gallego

¡¡Volvemos a la rutina de las reseñas!! Hoy para hablar de un libro que me leí hace unas semanas y que me enamoró. Totalmente. Bueno, casi. Este libro en cuestión es Dos velas para el diablo, de Laura Gallego, y que, tras haberlo sacado tres veces ya de la biblioteca, ¡por fin me lo pude leer! Y, a decir verdad, he quedado bastante contenta.

En Dos velas para el diablo se nos habla de Cat, una adolescente de dieciséis años que ha pasado prácticamente toda su vida viajando de un lado para otro con su padre. Cuando este es asesinado, ella jura encontrar al responsable y vengar su muerte. No será una búsqueda fácil, pero Cat no es una chica corriente. Su padre era un ángel, con lo cual solo un poder similar al suyo habría sido capaz de matarlo. Y Cat está dispuesta a pactar con demonios con tal de averiguar quién fue.

El libro me ha encantado. Desde el primer capítulo ya contaba con mucha acción, por lo que la lectura no ha sido aburrida en absoluto. Se nos cuenta la historia de Cat, una adolescente para nada normal, que acaba de perder a su padre, y que está dispuesta a encontrar al asesino y a hacérselo pagar. El personaje de Cat me ha encantado. Laura Gallego ha sido capaz de crear a un personaje fantástico (no, ¿en serio? ¿Laura Gallego creando un personaje fantástico?). Cat es una chica fuerte y luchadora, pero un tanto sarcástica y desconfiada. A lo largo del libro vemos un claro desarrollo de su personalidad, y eso me ha encantado. Pero quién se ha ganado todo mi amor es Angelo (sí, un demonio, qué malota yo, ¿no?). Un personaje que desde el principio me encantó y que a lo largo del libro fue enamorándome más y más.


Una cosa que destaco muchísimo y que probablemente sea lo que más me haya gustado de esta novela es la nueva versión que se nos da del lugar del que procedemos los humanos, y de cómo se formó el mundo. Esa historia de la unión, del equilibrio, me ha encantado.

Dos velas para el diablo también acusa un problema más y más grande, y, aunque es solo una parte de la trama, no deja de recordarnos que los humanos estamos destruyendo el mundo. De que, especies que tardaron milenios en formarse, han sido destruidas en apenas unos cientos de años. Que, si no ponemos remedio, en la Tierra la vida acabará por ser imposible.


Y la única cosa que no me ha gustado, y la cual le ha quitado puntuación, es el final. Porque la novela no tiene continuación, y cómo acaba no me ha dejado muy convencida, a decir verdad. Se ha solucionado todo, es cierto, pero ha quedado una interrogación abierta, y no hay segundo libro para cerrarla. Es una cosa tonta, pero que me tenía intrigada y de la que no pude saber el final. Y eso, qué quieren que les diga, no me lo esperaba, y menos en un libro de Laura Gallego.

Pero vamos, quitando eso, como no podía ser de otra forma, es una lectura que les recomiendo un montón y que estoy segura que disfrutarán.

Lo mejor: La nueva teoría que nos dice de dónde procedemos, la historia sobre el equilibrio y la unión y, quién lo iba a decir, Angelo. Y Cat.

Lo peor: El final.
Te gustará si... Si has disfrutado con los libros de Laura Gallego. Bueno, y si no lo has hecho, también te gustará.

Puntuación: 4.5/5

domingo, 1 de junio de 2014

Con las alas cortadas

¡¡Hola a todos!! Tras milenios sin pasarme por aquí, me he decidido a escribir una nueva entrada... ¡¡Por fin se acabaron los exámenes!! Apenas queda nada para que se acabe el curso así que espero que de ahora en adelante tenga más tiempo para pasarme por aquí con más frecuencia...

Bueno, y ahora, vamos a lo que vamos. Un relato. Tras cinco mil entradas trayendo reseñas o citas y pasando olímpicamente de los comentarios que me pedían algo escrito por mí (no lo he hecho con mala intención, simplemente tenía muchas reseñas pendientes, y sigo teniendo, ojo), por fin les he hecho caso. No es un cuento. Es un relato. Y espero que les guste y lo disfruten mucho, mucho, mucho.


¿Se puede echar de menos algo que nunca has tenido? ¿Se puede llegar a añorar algo que ni siquiera has conocido? La respuesta es sí. Y yo soy un claro ejemplo de ello. Añoro la libertad. Y nunca he sido libre. Soy princesa, lo sé. No debo quejarme, eso también lo sé. Se han encargado de que lo recuerde bien. Pero en los pequeños momentos que tengo para mí, esos momentos en que nadie me mira, nadie calcula mis más mínimos movimientos, es, en esos momentos, cuando me permito el lujo de pensar libremente, de quejarme.

Miro por la ventana. Más allá de los enormes muros del castillo, que parecen querer encerrarnos en vez de protegernos, se puede ver con claridad la gran plaza central. Con personas normales y vidas normales, que, sin embargo, me envidian. Y es que solo ven lo de fuera: los preciosos trajes, los exquisitos manjares diarios, las maravillosas fiestas con excelente música o las lujosas tiaras con diamantes incrustados. Y es todo cierto. Pero se equivocan. Es como un pájaro, ¿envidiarías al ave más hermosa del mundo pero que, por desgracia, tiene las alas cortadas? Pues es lo mismo. Solo que ellos solamente le ven el cuerpo, y no pueden apreciar que le han cortado las alas.

Contemplo con curiosidad la vida de fuera. Descubro a una joven pareja. Él la coge a ella de la mano. Probablemente no sea muy guapa, pero es feliz, y ahora parece la mujer más bella del planeta. Se ríen. Abrazos mezclados con caricias, cariñosos besos robados entre sonrisas. Más allá se ve a una anciana, de ojos tiernos y blanco cabello. Sentada en el banco, le da de comer a las palomas. Observo también a una niña de preciosos rizos y redondo rostro, que, llorando, suplica a su madre que le compre uno de los apetitosos pastelitos que vende la panadera. ¡Cuánto desearía tener que suplicar algo! Puede sonar estúpido, pero es cierto. No tengo sino que nombrar que me gustaría tener un pañuelo con hilos de plata y mi árbol genealógico bordado en oro para poseerlo en cuestión de minutos.

Pero hay más. Pasando la plaza y las humildes casas que la rodean, distinguimos el campo. Una gran extensión de tierra salpicada de cuando en cuando por granjas o grupos de altos e imponentes pinos. Me imagino corriendo. Y dejo de hacerlo. Duele demasiado.

Dejo de contemplar el mundo de fuera y trato de observarme a mí, a mi vida. Sería una chica bastante normal si no fuese por mi traje perfectamente planchado y colocado (hecho a medida, cómo no), por mis uñas pintadas sin fallo alguno, por mis labios a juego con mi vestimenta, por mi cabello peinado de forma tan estudiada, como medido con escuadra y cartabón. Sería una chica bastante normal si no fuese por tanta perfección.

Y aquí estoy, esperando a que mi padre, el admirado rey Dennis, acepte otorgarme el único regalo de cumpleaños que he pedido. Un paseo por la ciudad, sin escolta, sin damas de compañía o criadas.

Suena el ruido de la puerta al abrirse y me doy la vuelta, ansiosa. Pero tratando de ocultarlo. Al fin y al cabo, soy princesa, no debo exteriorizar mis sentimientos.

- Su majestad Selene, su deseo de dar una vuelta por la ciudad ha sido concedido.

Eso es un sí. ¡Eso es un sí! Sonrío. Es poca cosa. Pero es como si al hermoso pájaro de alas cortadas le ofreciesen un breve vuelo en globo.

Es poco. Pero es más de lo que puedo pedir.


Bueno, aquí está. ¿Qué les parece? ¿Les ha gustado?