sábado, 18 de mayo de 2013

Harry Potter, de J. K Rowling

Tras algunos días sin ninguna publicación, les traigo una mágica (literalmente) y de una gran importancia para mí, porque es la reseña de unos libros que han dejado una huella en mi vida literaria, unos libros que me han regalado momentos de risa, de desesperación, de amor, de llanto...

Recuerdo con mucho cariño esas tardes con el cuerpo en mi cama y mi mente en Hogwarts, esos eternos meses de espera para poderme leer el siguiente libro, mi desconsuelo al darle la vuelta a la última página y ver que estaba en blanco... Por todos esos momentos, escribo hoy esta entrada.

Durante la saga de Harry Potter (supongo que a estas alturas ya todos sabrán de quién y de qué libros hablo) se cuenta la historia de un chico que sobrevive al ataque de el mago oscuro más poderoso en esos tiempos cuando solo es un niño. Harry (que es el chico), tras pasar unos once insoportables años con sus tíos (ya que sus padres murieron en el ataque) recibe una carta de Hogwarts, una escuela en la que se enseña magia, y, una vez en el colegio, va descubriendo no únicamente los secretos de toda una comunidad mágica, sino también todos los detalles que aún no conocía de sí mismo.

Sinceramente, el resumen que acabo de escribir sobre el tema de la saga me parece muy pobre comparado con la gran maravilla de colección de la que hablo. ¿Y por qué me gustaron tanto estos libros? Por todo, por la facilidad con la que lo lees, por la complejidad de sus personajes, por la magia del ambiente, o, simplemente, por llenar mi lectura de un placer impresionante. J. K Rowling (sí, la escritora es J. K Rowling) ha hecho un trabajo increíble con estos libros.


Harry Potter consta de siete libros. El primero se titula Harry Potter y la piedra filosofal, y, sinceramente, es uno de los que menos me ha gustado, ya que, aunque la escritura es tan perfecta como en los demás, los personajes están menos desarrollados y Hermione, una de mis protagonistas favoritas, aparece en gran parte de este libro como una marimandona. Después vino el segundo, que, en mi opinión, mejora al primero con creces. Es Harry Potter y la cámara secreta, y en él se nos permite conocer con mayor facilidad a un personaje que me encanta: Ginny Weasley. Aparte de que empiezan a aparecer más preguntas que incitan nuestra lectura. Siguiendo a la cámara secreta llega Harry Potter y el prisionero de Azkaban, igual de magnífico que los antiguos dos. Quiero destacar el hecho de que en esta novela vemos con evidencia el paso de la infancia a la adolescencia de nuestros protagonistas, nos damos cuenta de que han madurado y que ya no son los mismos. Además se habla de una prisión mágica parecida a una que se encuentra en la costa de San Francisco. Ahora tenemos Harry Potter y el cáliz de fuego, el mejor en mi opinión (junto con el séptimo). Aquí se nos permite conocer más de cerca un evento de gran importancia en el mundo mágico y disfrutamos de nuevo de las aventuras de nuestros personajes (¡¡aquí también empieza la acción!!). Seguimos con Harry Potter y la Orden del Fénix, tampoco me gustó mucho, debido a la enorme depresión en la que se encuentra Harry (ya sabrán porqué...). Y por último tenemos Harry Potter y el príncipe mestizo y Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, en los que podemos disfrutar de miles de momentos mágicos, como la solución de esos amores abiertos en los libros anteriores, la gran batalla final o la visita a la tienda de los gemelos Weasley.


En cuanto a mis personajes favoritos, Hermione, por supuesto, una chica con la que me siento identificada, ya que durante estos años me he dedicado a buscar parecidos entre nosotras dos. También me gusta mucho Ginny y en cuanto a los gemelos Fred y George, ¿a quién no le gustan? Luna Lovegood también me parece un muy buen personaje (A Harry no lo nombro, no es necesario).

Y bueno, creo que todo lo que queda por escribir lo tendrán que descubrir ustedes, porque no me cabría en esta entrada.

Así que esto es todo por hoy, si ya te has leído la saga, ¿estás de acuerdo conmigo? Y si aún no la has empezado... ¿¿A QUÉ ESTÁS ESPERANDO??

viernes, 3 de mayo de 2013

La Bajada, ¿y eso qué es?

¡Bienvenidos a una nueva entrada de Mis cuentos y poesías! Y esta vez traigo un cuento que habla sobre una tradición muy antigua de El Hierro, una isla a la que me siento muy unida. Cuenta un poco la historia de una antigua tradición herreña, La Bajada, que se celebra cada cuatro años en honor a la Virgen.

Personalmente, le tengo muchísimo cariño a este cuento, y no solamente por hablar de esa pequeña isla en forma de corazón a la que tanto quiero, no, este relato es tan especial e importante para mí porque me ha entregado mi primer premio (y espero que no se el último) en el mundo de la literatura. NO fue el primer puesto el que gané, sino el tercero, pero para mí es igual, tiene la misma importancia. ¡Espero que les guste!



Inés miraba con furia por la ventana de su habitación. Era tal su enfado que no se había fijado en que, el paisaje que se divisaba a través de ella, a pesar de ser el mismo que todos los días, rebosaba de vida aquella mañana. La emoción que se respiraba en ese momento en la isla de El Hierro no era otra que la emoción que sienten los herreños cuando es el día de La Bajada.
  
En ese instante se abrió la puerta de la habitación y por ella entró Paula, la hermanastra de Inés. A pesar de su enfado, Inés no pudo evitar fijarse en lo guapa que estaba con su liso pelo recogido en una coleta de caballo, su pantalón de caminar y la camiseta roja que le habían regalado el lunes pasado, por su cumpleaños. En ese momento, Inés recordó porqué su hermanastra se había vestido así y enseguida volvió a enfurruñarse.

 - ¿Se puede saber por qué aún no te has vestido? – le preguntó Paula, mirando el pijama de verano que Inés aún no se había quitado.

- Porque no pienso ir. No voy a perder tiempo en el que podría estar haciendo cosas útiles por una estúpida tradición.

La hermana mayor suspiró, se sentó al lado de su hermanastra y la miró con infinito cariño.

- Sabes muy bien que no es una estúpida tradición, es más, sabes que nosotros no lo hacemos por tradición. Puede que otras personas sí, pero nosotros no.

- Pero es que no me parece justo que yo tenga que ir, no soy de aquí, no tengo nada que ver con esa tradición, o como quieras llamarlo. Me parece muy bien que tú vayas, y también me parece bien que lo haga tu padre, incluso que vaya mamá si quiere, pero yo… -. Inés habló rápidamente y soltó todo lo que había estado pensando durante aquella mañana. Solo paró cuando su hermana se lo indicó con una mirada, abrazándola acto seguido. La madre de Inés y el padre de Paula se habían casado un año atrás e Inés y su madre se habían mudado a El Hierro después de la boda. Al principio, se había enfadado, ya que jamás le había gustado el campo, pero finalmente lo había aceptado, sobre todo por Paula, a quién quería con locura. Ahora, Inés ya se había acostumbrado a su nueva vida, pero seguía sin amar la isla en la que habitaba, seguía sin comprender algunas de sus costumbres y le parecía una tontería llevar a cabo la mayoría de ellas. Aunque sabía que le hacía daño a su hermana, no podía evitar sentirse como se sentía.

- Inés, ¿acaso sabes el significado de La Bajada? ¿Conoces la historia que hay detrás de esta tradición?

Inés negó con la cabeza. “No me interesa”, pensó en decir, pero le pareció una crueldad, aunque, en el fondo, sabía que sí le interesaba, pero estaba demasiado enfadada coma para admitirlo.

- ¿Te gustaría conocerla?

Inés no respondió, pero se acomodó en su cama, dispuesta a escuchar. Y Paula empezó a contar…

“Cuenta la historia, que, en la noche del 5 enero del siglo XVI, una terrible tormenta se vivía en el océano Atlántico. Las vidas de los tripulantes de un navío perdido corrían peligro y estos no sabían que hacer. La noche pasó muy lentamente, mientras el gran barco se iba inundando poco a poco. Finalmente, llegó la calma a las aguas, pero el navío había perdido todos sus víveres, y, la supervivencia en el mar se les antojaba imposible. En aquel momento, divisaron una isla, y, con alegría, se acercaron a ella en sus botes.”

“Allí les recibieron los pastores, que los habían visto desde las cercanías de Cueva Bermejo. Al principio, se acercaron a los visitantes temerosos, pero, al ver que no llevaban armas y parecían gente de bien, perdieron el miedo. Vieron cómo los tripulantes sacaban del barco algo envuelto en una bella seda roja. En seguida los pastores sintieron curiosidad por lo que había bajo aquel hermoso manto, y, al verlo, jamás pudieron olvidarlo. Ante ellos se encontraba una hermosa imagen de la Virgen, cuyos ojos quedaron grabados para siempre en la mente y el corazón de todos los pastores…”

“Los siguientes días fueron muy duros para todos, ya que cada uno de ellos se dedicaba a tareas diferentes para llenar el barco de nuevo, y, cuando el navío se disponía a partir, el capitán del barco les ofreció a los pastores unas monedas. Estos no las aceptaron, pero el capitán, empeñado en ofrecerles algo, les dijo que le dijeran algo que quisieran. Ellos le pidieron la imagen que les había prendado horas antes, pero el hombre les explicó que les era imposible, ya que en Cuba la esperaban con anhelo…”

- Pero eso es imposible – interrumpió Inés. – Yo he visto a la Virgen, aquí, los tripulantes tuvieron que dársela.

- Inés, ¿quieres hacer el favor de escuchar el resto de la historia?

Inés calló y dejó que su hermana continuara.

“…Así, el navío se dispuso a marchar, pero, tras varios intentos, se dieron cuenta de que algo les retenía a quedarse en la isla. Poco a poco, el capitán se fue dando cuenta que no se podrían marchar si no dejaban la imagen en El Hierro, ya que ella quería quedarse con los pastores. Y así fue cómo la Virgen se quedó en nuestra isla.”

“Los pastores la llamaron la Virgen de los Reyes, ya que, apareció en el día de reyes, durante muchos años, la cobijaron en la Cueva del Caracol, pero, con el tiempo, los pastores decidieron que la virgen merecía una casa mejor, por lo que construyeron la ermita. Según cuenta la leyenda, la Virgen desaparecía durante las primeras noches, apareciendo luego en la Cueva del Caracol, pero, finalmente, la Virgen acabó aceptando su nuevo hogar.”

“Pasaron los años y la isla de El Hierro sufrió una terrible sequía, a la que los pastores no veían solución. Algunos de ellos se reunieron, preocupados, y decidieron llevar a la Virgen a la Villa de Valverde, para que la viera el cura…”

“…Caminaron durante horas, con miedo de ser vistos, cargando a la que ahora es la Patrona de El Hierro. Por fin, llegaron a la Villa, y allí depositaron a la imagen en las Cuevas de Lemus, llamando después al cura y diciéndole que en la Cueva de Lemos había una prenda que debía recoger en seguida. En cuanto el cura vio a la Virgen, se quedó tan prendado de ella como los pastores, y salió gritando a la calle lo que había visto. Momentos más tarde, todo el pueblo ya había visto a la imagen, a la que decidieron llevar a la Iglesia de la Concepción.”

“En cuanto la Virgen de los Reyes entro en la iglesia, una nube negra tapó el cielo estrellado, y, acto seguido, comenzó a llover. Llovió intensamente durante varios días, dejando la isla verde de nuevo”

- Desde entonces, los herreños recorren cada cuatro años el camino que recorrieron los pastores, cargando también a la Virgen.

- Pero, entonces – objetó Inés – sí es una tradición.

- Sí es una tradición, y nunca dejará de serlo. Pero nosotros no lo hacemos por tradición, lo hacemos por agradecimiento, si la Virgen no hubiese provocado la lluvia aquel día, probablemente, El Hierro no sería como lo ves ahora, y los pastores habrían muerto de sed y de hambre, ya que no tendrían agua para que sobreviviera el ganado ni agua para cultivar las plantas. ¿Lo comprendes?

- Lo comprendo – contestó Inés.- ¿Me ayudas a prepararme?

Paula rio, y, cogidas de la mano, ambas bajaron, dispuestas a disfrutar de aquel día como nunca y a rendir todo su agradecimiento a la Virgen de los Reyes, la Patrona de El Hierro.

“Pero no solo se lo agradeceré hoy”
, pensó Inés, “sino todos los días de mi vida.”


Bueno, y esta es la historia, ¿qué les parece?