viernes, 3 de mayo de 2013

La Bajada, ¿y eso qué es?

¡Bienvenidos a una nueva entrada de Mis cuentos y poesías! Y esta vez traigo un cuento que habla sobre una tradición muy antigua de El Hierro, una isla a la que me siento muy unida. Cuenta un poco la historia de una antigua tradición herreña, La Bajada, que se celebra cada cuatro años en honor a la Virgen.

Personalmente, le tengo muchísimo cariño a este cuento, y no solamente por hablar de esa pequeña isla en forma de corazón a la que tanto quiero, no, este relato es tan especial e importante para mí porque me ha entregado mi primer premio (y espero que no se el último) en el mundo de la literatura. NO fue el primer puesto el que gané, sino el tercero, pero para mí es igual, tiene la misma importancia. ¡Espero que les guste!



Inés miraba con furia por la ventana de su habitación. Era tal su enfado que no se había fijado en que, el paisaje que se divisaba a través de ella, a pesar de ser el mismo que todos los días, rebosaba de vida aquella mañana. La emoción que se respiraba en ese momento en la isla de El Hierro no era otra que la emoción que sienten los herreños cuando es el día de La Bajada.
  
En ese instante se abrió la puerta de la habitación y por ella entró Paula, la hermanastra de Inés. A pesar de su enfado, Inés no pudo evitar fijarse en lo guapa que estaba con su liso pelo recogido en una coleta de caballo, su pantalón de caminar y la camiseta roja que le habían regalado el lunes pasado, por su cumpleaños. En ese momento, Inés recordó porqué su hermanastra se había vestido así y enseguida volvió a enfurruñarse.

 - ¿Se puede saber por qué aún no te has vestido? – le preguntó Paula, mirando el pijama de verano que Inés aún no se había quitado.

- Porque no pienso ir. No voy a perder tiempo en el que podría estar haciendo cosas útiles por una estúpida tradición.

La hermana mayor suspiró, se sentó al lado de su hermanastra y la miró con infinito cariño.

- Sabes muy bien que no es una estúpida tradición, es más, sabes que nosotros no lo hacemos por tradición. Puede que otras personas sí, pero nosotros no.

- Pero es que no me parece justo que yo tenga que ir, no soy de aquí, no tengo nada que ver con esa tradición, o como quieras llamarlo. Me parece muy bien que tú vayas, y también me parece bien que lo haga tu padre, incluso que vaya mamá si quiere, pero yo… -. Inés habló rápidamente y soltó todo lo que había estado pensando durante aquella mañana. Solo paró cuando su hermana se lo indicó con una mirada, abrazándola acto seguido. La madre de Inés y el padre de Paula se habían casado un año atrás e Inés y su madre se habían mudado a El Hierro después de la boda. Al principio, se había enfadado, ya que jamás le había gustado el campo, pero finalmente lo había aceptado, sobre todo por Paula, a quién quería con locura. Ahora, Inés ya se había acostumbrado a su nueva vida, pero seguía sin amar la isla en la que habitaba, seguía sin comprender algunas de sus costumbres y le parecía una tontería llevar a cabo la mayoría de ellas. Aunque sabía que le hacía daño a su hermana, no podía evitar sentirse como se sentía.

- Inés, ¿acaso sabes el significado de La Bajada? ¿Conoces la historia que hay detrás de esta tradición?

Inés negó con la cabeza. “No me interesa”, pensó en decir, pero le pareció una crueldad, aunque, en el fondo, sabía que sí le interesaba, pero estaba demasiado enfadada coma para admitirlo.

- ¿Te gustaría conocerla?

Inés no respondió, pero se acomodó en su cama, dispuesta a escuchar. Y Paula empezó a contar…

“Cuenta la historia, que, en la noche del 5 enero del siglo XVI, una terrible tormenta se vivía en el océano Atlántico. Las vidas de los tripulantes de un navío perdido corrían peligro y estos no sabían que hacer. La noche pasó muy lentamente, mientras el gran barco se iba inundando poco a poco. Finalmente, llegó la calma a las aguas, pero el navío había perdido todos sus víveres, y, la supervivencia en el mar se les antojaba imposible. En aquel momento, divisaron una isla, y, con alegría, se acercaron a ella en sus botes.”

“Allí les recibieron los pastores, que los habían visto desde las cercanías de Cueva Bermejo. Al principio, se acercaron a los visitantes temerosos, pero, al ver que no llevaban armas y parecían gente de bien, perdieron el miedo. Vieron cómo los tripulantes sacaban del barco algo envuelto en una bella seda roja. En seguida los pastores sintieron curiosidad por lo que había bajo aquel hermoso manto, y, al verlo, jamás pudieron olvidarlo. Ante ellos se encontraba una hermosa imagen de la Virgen, cuyos ojos quedaron grabados para siempre en la mente y el corazón de todos los pastores…”

“Los siguientes días fueron muy duros para todos, ya que cada uno de ellos se dedicaba a tareas diferentes para llenar el barco de nuevo, y, cuando el navío se disponía a partir, el capitán del barco les ofreció a los pastores unas monedas. Estos no las aceptaron, pero el capitán, empeñado en ofrecerles algo, les dijo que le dijeran algo que quisieran. Ellos le pidieron la imagen que les había prendado horas antes, pero el hombre les explicó que les era imposible, ya que en Cuba la esperaban con anhelo…”

- Pero eso es imposible – interrumpió Inés. – Yo he visto a la Virgen, aquí, los tripulantes tuvieron que dársela.

- Inés, ¿quieres hacer el favor de escuchar el resto de la historia?

Inés calló y dejó que su hermana continuara.

“…Así, el navío se dispuso a marchar, pero, tras varios intentos, se dieron cuenta de que algo les retenía a quedarse en la isla. Poco a poco, el capitán se fue dando cuenta que no se podrían marchar si no dejaban la imagen en El Hierro, ya que ella quería quedarse con los pastores. Y así fue cómo la Virgen se quedó en nuestra isla.”

“Los pastores la llamaron la Virgen de los Reyes, ya que, apareció en el día de reyes, durante muchos años, la cobijaron en la Cueva del Caracol, pero, con el tiempo, los pastores decidieron que la virgen merecía una casa mejor, por lo que construyeron la ermita. Según cuenta la leyenda, la Virgen desaparecía durante las primeras noches, apareciendo luego en la Cueva del Caracol, pero, finalmente, la Virgen acabó aceptando su nuevo hogar.”

“Pasaron los años y la isla de El Hierro sufrió una terrible sequía, a la que los pastores no veían solución. Algunos de ellos se reunieron, preocupados, y decidieron llevar a la Virgen a la Villa de Valverde, para que la viera el cura…”

“…Caminaron durante horas, con miedo de ser vistos, cargando a la que ahora es la Patrona de El Hierro. Por fin, llegaron a la Villa, y allí depositaron a la imagen en las Cuevas de Lemus, llamando después al cura y diciéndole que en la Cueva de Lemos había una prenda que debía recoger en seguida. En cuanto el cura vio a la Virgen, se quedó tan prendado de ella como los pastores, y salió gritando a la calle lo que había visto. Momentos más tarde, todo el pueblo ya había visto a la imagen, a la que decidieron llevar a la Iglesia de la Concepción.”

“En cuanto la Virgen de los Reyes entro en la iglesia, una nube negra tapó el cielo estrellado, y, acto seguido, comenzó a llover. Llovió intensamente durante varios días, dejando la isla verde de nuevo”

- Desde entonces, los herreños recorren cada cuatro años el camino que recorrieron los pastores, cargando también a la Virgen.

- Pero, entonces – objetó Inés – sí es una tradición.

- Sí es una tradición, y nunca dejará de serlo. Pero nosotros no lo hacemos por tradición, lo hacemos por agradecimiento, si la Virgen no hubiese provocado la lluvia aquel día, probablemente, El Hierro no sería como lo ves ahora, y los pastores habrían muerto de sed y de hambre, ya que no tendrían agua para que sobreviviera el ganado ni agua para cultivar las plantas. ¿Lo comprendes?

- Lo comprendo – contestó Inés.- ¿Me ayudas a prepararme?

Paula rio, y, cogidas de la mano, ambas bajaron, dispuestas a disfrutar de aquel día como nunca y a rendir todo su agradecimiento a la Virgen de los Reyes, la Patrona de El Hierro.

“Pero no solo se lo agradeceré hoy”
, pensó Inés, “sino todos los días de mi vida.”


Bueno, y esta es la historia, ¿qué les parece? 

4 comentarios:

  1. Felicidades Elena , por tu premio, la verdad que te mereces todos los premios del mundo.Espero que sigas escribieno cuentos como éste, para nosotros poderlos leer.

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  2. Elena, La forma que has contado la llegada de la Virgen de los Reyes a El Hierro es maravillosa. Yo ya había oído algo, pero como la has contado tú me ha encantado.


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  3. ¡¡¡Gracias a los dos!!! Por favor, sigan escribiendo simpre que puedan, la verdad es que me hace muchísima ilusión recibir comentarios, y si además ponen cosas tan bonitas como estos, ¡mejor! ¡Gracias de verdad!

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  4. Me gustó mucho la historia y la redactaste muy bien. Sigue haciendo estos cuentos porque vas a llegar muy lejos con ellos.
    Muchos besitos desde Tenerife, tu prima Marta.

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