¡¡Hola a todos!! Tras milenios sin pasarme por aquí, me he decidido a escribir una nueva entrada... ¡¡Por fin se acabaron los exámenes!! Apenas queda nada para que se acabe el curso así que espero que de ahora en adelante tenga más tiempo para pasarme por aquí con más frecuencia...
Bueno, y ahora, vamos a lo que vamos. Un relato. Tras cinco mil entradas trayendo reseñas o citas y pasando olímpicamente de los comentarios que me pedían algo escrito por mí (no lo he hecho con mala intención, simplemente tenía muchas reseñas pendientes, y sigo teniendo, ojo), por fin les he hecho caso. No es un cuento. Es un relato. Y espero que les guste y lo disfruten mucho, mucho, mucho.
¿Se puede echar de menos algo que nunca has tenido? ¿Se puede llegar a añorar algo que ni siquiera has conocido? La respuesta es sí. Y yo soy un claro ejemplo de ello. Añoro la libertad. Y nunca he sido libre. Soy princesa, lo sé. No debo quejarme, eso también lo sé. Se han encargado de que lo recuerde bien. Pero en los pequeños momentos que tengo para mí, esos momentos en que nadie me mira, nadie calcula mis más mínimos movimientos, es, en esos momentos, cuando me permito el lujo de pensar libremente, de quejarme.

Contemplo con curiosidad la vida de fuera. Descubro a una joven pareja. Él la coge a ella de la mano. Probablemente no sea muy guapa, pero es feliz, y ahora parece la mujer más bella del planeta. Se ríen. Abrazos mezclados con caricias, cariñosos besos robados entre sonrisas. Más allá se ve a una anciana, de ojos tiernos y blanco cabello. Sentada en el banco, le da de comer a las palomas. Observo también a una niña de preciosos rizos y redondo rostro, que, llorando, suplica a su madre que le compre uno de los apetitosos pastelitos que vende la panadera. ¡Cuánto desearía tener que suplicar algo! Puede sonar estúpido, pero es cierto. No tengo sino que nombrar que me gustaría tener un pañuelo con hilos de plata y mi árbol genealógico bordado en oro para poseerlo en cuestión de minutos.
Pero hay más. Pasando la plaza y las humildes casas que la rodean, distinguimos el campo. Una gran extensión de tierra salpicada de cuando en cuando por granjas o grupos de altos e imponentes pinos. Me imagino corriendo. Y dejo de hacerlo. Duele demasiado.

Y aquí estoy, esperando a que mi padre, el admirado rey Dennis, acepte otorgarme el único regalo de cumpleaños que he pedido. Un paseo por la ciudad, sin escolta, sin damas de compañía o criadas.
Suena el ruido de la puerta al abrirse y me doy la vuelta, ansiosa. Pero tratando de ocultarlo. Al fin y al cabo, soy princesa, no debo exteriorizar mis sentimientos.
- Su majestad Selene, su deseo de dar una vuelta por la ciudad ha sido concedido.
Eso es un sí. ¡Eso es un sí! Sonrío. Es poca cosa. Pero es como si al hermoso pájaro de alas cortadas le ofreciesen un breve vuelo en globo.
Es poco. Pero es más de lo que puedo pedir.
Bueno, aquí está. ¿Qué les parece? ¿Les ha gustado?
¡¡¡Me ha encantado!!! FMF
ResponderEliminarElena,el relato es maravilloso y creo de verdad que debarías seguir escribiendo para deleite de todos.
ResponderEliminarEstoy esperando tu próximo relato. Animate.
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